La prensa deportiva en general y el propio Atlético de Madrid han sido muy discretos sobre las recalificaciones que consiguió el equipo colchonero a lo largo de su historia. El club de la capital obtuvo una recalificación durante la dictadura y otra más recientemente, no extenso de irregularidades, hace solo unos años. En este artículo nos vamos a centrar en la recalificación que el club colchonero obtuvo en los años cincuenta y la polémica y posterior construcción del Manzanares (Vicente Calderón) unos años más tarde.
Recalificar significa cambiar la calificación urbanística de un terreno, y por lo tanto recalificar un terreno, es convertirlo en legalmente válido para edificar y darle otro valor o uso. En el mundo del balompié, una recalificación casi siempre consiste en convertir terrenos de uso exclusivo para la práctica del deporte en terrenos edificables y de esa manera, poder venderlos a precios muy superiores a los que costaron. Es una operación compleja, en la que se necesita toda una serie de permisos urbanísticos, además del acuerdo del ayuntamiento, vecinos etc.
Un estadio erigido durante la dictadura sin los permisos necesarios, con los planes iniciales modificados y sin notificación al ayuntamiento, sobre suelo público, con la licencia de edificación solicitada por el club un solo día antes de la inauguración. Todo ello, con la intervención y complicidad de las esferas más altas del Régimen a favor del equipo madrileño. Esta es la historia de la primera recalificación del Atlético de Madrid y la construcción del estadio del Manzanares.
Para contar todo lo sucedido, hay que regresar primero a 1943, cuando el Atleti, entonces Atlético de Aviación, alquilaba el "Stadium", más conocido como el "Metropolitano". El estadio pertenecía entonces al Patronato de Huérfanos del Aire, con el que el equipo rojiblanco mantenía buenas relaciones.
En 1950 y gracias a la influencia de su ex presidente Francisco Vives, entonces coronel del ejército del Aire, el club rojiblanco compró el Metropolitano por unos 11 millones de pesetas. La recalificación de este mismo estadio llegaría solo unos años más tarde.
En 1957, el presidente del Atlético de Madrid, Javier Barroso, decide modernizar el club y construir un nuevo estadio. El Metropolitano se quedaba pequeño. "El Metropolitano no daba para más, había problemas para el acceso a tribuna y no se podían hacer más ampliaciones. No tenía solución", explica Bernardo Salazar, historiador futbolístico.
Arquitecto de formación, el propio presidente del equipo madrileño sería el encargado, junto a Miguel Ángel García-Lomas, de diseñar y llevar la construcción del nuevo estadio. Sin recursos económicos suficientes, solo habría viabilidad financiera si se recalificaban los terrenos del Metropolitano. Para ello, el club colchonero tuvo que convencer al Ayuntamiento de que recalificara los terrenos del estadio y pasarán de ser de uso deportivo, a urbanizables, con lo que se obtendría un espléndido beneficio económico y así afrontar el nuevo proyecto.
Arquitecto y futbolista rojiblanco en los años veinte, directivo desde 1931 y entrenador durante un breve lapso de la campaña 1931-32, alcanzó la presidencia del Atlético de Madrid en 1955. Javier Barroso también estuvo a la cabeza de la Federación Española de Fútbol en los años 40.
Bajo su mandato se aprobó la compra de los terrenos del nuevo campo a la Canalización del río Manzanares y se presentó el proyecto del estadio, elaborado por el mismo Barroso y Miguel Ángel García-Lomas, posteriormente alcalde de Madrid. Su hermano, Antonio Barroso, del que hablaremos más adelante, era ministro del ejército. Tuvo un papel importante en las operaciones urbanísticas relacionadas con la construcción del nuevo estadio colchonero.
El Ayuntamiento recalificó el suelo donde estaba regido el Metropolitano, lo que permitió al Atlético, poco antes de terminar el nuevo estadio, vender los terrenos a diferentes compañías inmobiliarias por 115 millones de pesetas en 1963. Recordemos que el club compró el estadio en 1950 por 11 millones. Una plusvalía de más de 100 millones en 13 años.
Volvemos a 1958 y a la construcción del nuevo estadio. La entidad rojiblanca solicitó un crédito bancario de 100 millones de pesetas para comprar una nueva parcela, ubicada en la zona sur de la capital y de esa manera construir el futuro Manzanares. Las obras comenzaron un 3 de agosto de 1959.
A partir de esa operación, comienza una serie de irregularidades urbanísticas. Las obras empezaron sin licencia municipal y el estadio se extendió sobre parcelas públicas. El alcalde, Conde de Maylade, denunció una serie de deficiencias urbanas, pero sin consecuencia. ¿Las razones?
El teniente general Antonio Barroso, ministro de Franco y hermano del presidente del Atlético, intervino para resolver los diferentes y dar continuidad al proyecto. El alcalde, no tuvo otro remedio que seguir las "recomendaciones" del ministro del ejército.
Procurador en las Cortes franquistas, ministro del ejército y teniente general, ocupó el puesto de jefe del Cuartel General de Franco durante la guerra civil, ascendiendo al grado de coronel en 1937 por méritos de guerra.
Cabe destacar, que uno de los dos arquitectos del Vicente Calderón, fue Javier Barroso, presidente del Atléti y hermano del citado Antonio Barroso. Se puede intuir la razón de la intervención del ministro y así continuar la realización del estadio, diseñado por su propio hermano. Mientras que el segundo arquitecto involucrado en el proyecto, Miguel Ángel García-Lomas, terminó siendo nombrado alcalde de Madrid unos años más tarde…
"El Atlético de Madrid había contado con apoyos tan considerables que ni siquiera la Ley era de aplicación en este caso"
El proyecto original de Barroso pretendía que el estadio costase unos 200 millones de pesetas y estuviera concluido para la temporada 1962-63. No obstante, a finales de 1961 la falta de liquidez obligó a detener las obras. La cercanía del río necesitó a una cimentación que disparó los costes del estadio. Las obras se reanudaron solamente en 1965. El nuevo estadio se inauguró en octubre de 1966, se hizo sin estar construida la tribuna, que no se completó hasta años más tarde.
Entretanto, Vicente Calderón había sido elegido nuevo presidente colchonero mientras que Carlos Arias Navarro, era el nuevo alcalde de Madrid desde 1965.
“No he visto ningún expediente de obras y jamás se me ha mostrado proyecto alguno"
Este último, reabrió el caso "Manzanares" y decidió denunciar las irregularidades de la construcción de manera ruidosa, siendo portada de ABC el 24 de enero de 1967.
"Con plena consciencia se ha denegado la licencia solicitada por el Atlético de Madrid cuando la obra ya estaba ejecutada, desoyendo los reiterados apercibimientos y orden de suspensión de las obras por el ayuntamiento"
"La polémica desatada a propósito del desafuero llegó a producir un enfrentamiento entre ministros del Movimiento que apoyaban al Atlético y tecnócratas que defendían al alcalde, hasta que Franco intervino y se hizo el silencio"
Las declaraciones del alcalde crearon rápidamente un debate en la capital y el caso Manzanares copó las principales páginas de la prensa española de la época.
Se destaparon y se denunció todas las irregularidades de la construcción del estadio. Entre tanto, el Atlético había empezado a jugar sus partidos de Liga en su nuevo estadio.
La prensa había encontrado un nuevo nombre al Manzanares: "El estadio prohibido"
"El Atlético solicitó el permiso para construir el estadio un día antes de su inauguración."
El diario "Pueblo" por su parte, titulaba “Sin licencia” su artículo sobre el asunto en su tercera página, que comenzaba así:
"El conflicto entre el Ayuntamiento y el Atlético de Madrid tiene un fondo dramático que no puede olvidarse en la contemplación de sus aspectos cómicos. Es tan absurdo que el Atlético ignore al Ayuntamiento, como que éste desconozca un elemento ciudadano tan relevante como es un estadio. No se concibe que a la vigilancia municipal que exige el permiso de obras para la más leve reparación en un domicilio privado, le pase inadvertida la erección de un estadio colosal. Y es también increíble que, en la compleja tramitación de autorizaciones que impone una obra de esta clase, se olvide el requisito mínimo y habitual del permiso del Ayuntamiento. Comprendemos las razones del Atlético y las del Ayuntamiento. Es mortificante que el club solicitara licencia para construir el estadio la víspera de su inauguración, pero también es lamentable que el Municipio se acuerde de sus derechos y de los del público cuando la obra está prácticamente terminada."
En una entrevista de ese mismo diario a Vicente Calderón, entonces presidente del Atlético de Madrid, presagiaba la muerte del club si el ayuntamiento ganase el pleito.
"Si el Ayuntamiento ganase el pleito y el Atlético tuviera que derruir la tribuna, ¿cuáles serían las consecuencias? La pregunta se la planteé así, monda y lironda, a Vicente Calderón, quien me respondió: ¿Cuáles? Probablemente la muerte del Atlético de Madrid, podría suponer su desaparición".
El conflicto entre club y ayuntamiento fue tenso y obligó a Vicente Calderón a pedir apoyo a sus contactos del Régimen. Antonio Barroso había dejado su puesto de ministro, por lo que el presidente del club madrileño recurrió a otros dos ex colchoneros:
- Fuertes de Villavicencio, ex vicepresidente del club, entonces Jefe de la Casa Civil de Franco.
- Jesús Suevos, falangista de primera hora que había sido presidente del club colchonero, miembro de las Cortes franquistas y que fue el primer director de RTVE.
Desde El Pardo salió una orden directa para que Arias Navarro, alcalde de Madrid, autorizase que el Manzanares sobrevolase la Avenida del Manzanares (futura M-30) y que la prensa callara.
La obra que Barroso había puesto en los planos se convirtió en realidad gracias al impulso de Calderón, pero, sobre todo, al apoyo incondicional de las esferas más alta del Régimen.
Finalmente, no fue el Atlético de Madrid el que desapareció por el litigio del estadio, como temía el propio Vicente Calderón. Lo que "desapareció" de verdad fue el empeño que puso el alcalde en obtener justicia, al igual que "desapareció" todo debate sobre el asunto en la prensa.
En el libro "La Historia secreta de Madrid y sus edificios" de Ricardo Aroca, el autor menciona la intervención del Estado en el asunto de la construcción del Manzanares, más concretamente del propio Franco para silenciar los litigios urbanísticos a favor del club rojiblanco.
En el siguiente archivo de enero de 1967 publicado en la revista "En Blanco y Negro" de ABC, relatan las diferentes irregularidades y hablan de "una intervención oficiosa" que "ni la ley podía detener"...
Tras la recalificación de los antiguos terrenos y la venta de estos últimos, se derribó el Metropolitano, siendo sustituido por edificios de viviendas y oficinas. En la Junta General del club, celebrada el julio de 1971, se acordó el cambio de nombre al recinto deportivo del Manzanares, siendo elegido como nuevo nombre «Estadio Vicente Calderón», en honor al entonces presidente del club.
En 1973, Miguel Ángel García-Lomas, el arquitecto del estadio junto a Javier Barroso, fue designado por Franco como alcalde de Madrid, sucediendo a Carlos Arias Navarro.
En el libro "50 años del Vicente Calderón" podemos leer una curiosa anécdota. En 1972 se dispuso una reinauguración oficial, con motivo de un partido internacional entre España y Uruguay. Vicente Calderón aprovechó la presencia de Franco para solicitarle un permiso (que Obras Publica le había negado) para instalar un ascensor que uniera la zona de vestuarios con el palco de Autoridades. Dos días después comenzaron las obras para la instalación del ascensor.
Entre los años 2007 y 2017, el Atlético de Madrid consiguió una segunda recalificación, vendió los terrenos del Vicente Calderón y compró los terrenos de la Peineta junto al antiguo estadio olímpico de Madrid. Una operación con su lote de polémicas e irregularidades, pero esta, es otra historia...